¿POR
QUÉ NO DEBEN EXPLOTARSE LAS AGUAS SUBTERRÁNEAS?
Las aguas subterráneas constituyen un recurso fácilmente accesible y
vital para 2 billones de personas en todo el mundo. Aunque se han utilizado
desde muy antiguo, su aprovechamiento ha tenido un aumento importante en las
últimas décadas y ha sido un factor clave para el desarrollo en algunos países.
Las aguas subterráneas forman parte del ciclo hidrológico y están relacionadas
con los otros componentes, en particular con las aguas superficiales. Son
fáciles de explotar y en general su coste es mucho más barato que el de las
aguas superficiales. La descarga de agua subterránea a los ríos proporciona el
caudal que mantiene en periodos secos el flujo de los ríos permanentes. El gran
volumen de agua almacenada en los acuíferos permite hacer frente con facilidad
a situaciones de picos de demanda.
El uso intenso de los acuíferos puede hacer disminuir los caudales de
ríos, manantiales y zonas húmedas e incluso hacer que un río pase de ser
ganador a perdedor, o efímero si los bombeos son suficientemente grandes y
continuados.. La relación entre aguas superficiales y subterráneas y el tener
particularidades complementarias para el aprovechamiento de los recursos
hidráulicos hace que sea interesante su uso conjunto a través de la recarga
artificial, o del denominado uso conjunto alternante. Hay que considerar las
interacciones río-acuífero además de por los problemas de cantidad por los de
calidad y contaminación.
Su coste es casi siempre mucho menor que el del agua proporcionada por
presas y canales, que suele estar fuertemente subvencionada. Esto ha sido el
motor fundamental del aumento del aprovechamiento de las aguas subterráneas. Su
coste reducido ha inducido un aumento de las extracciones que en algunos casos
han producido problemas de bajada de han producido beneficios importantes niveles,
disminución de caudales de ríos, desecación de zonas húmedas y subsidencias del
terreno, pero en general.
Ya no se discute el interés de las aguas subterráneas. Sin embargo las
administraciones hidráulicas públicas de muchos países no dedican a las aguas
subterráneas la atención ni las inversiones que se precisa para estudiarlas y
no dispone de personal necesario para controlar y proteger un recurso
imprescindible. En el pasado sólo se consideraba el agua superficial, por eso
muchos planificadores y gestores del agua tienen una formación limitada en los
aspectos hidrogeológicos y no entienden los aspectos clave del funcionamiento
de los acuíferos. La gestión centralizada de los acuíferos parece inviable por
la dificultad de actuar sobre las decisiones de cientos o miles de usuarios de
un mismo acuífero. Su contaminación puede representar una disminución de
disponibilidades de agua. Se realizan vertidos sólidos y líquidos en zonas en
las que se pueden contaminar acuíferos que se utilizan para abastecimiento
humano sin que la Administración ejerza acciones para impedirlo.
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